Hace unos días escribí mi primera entrada de ÁNGEL DE PROBETA , el origen del camino hacia mi bebé. Aquí os dejo el enlace:
Ángel del probeta ( Origen )
Parte II LAS PRIMERAS ALAS
Decidí que quería ser mamá, como ya dije en la otra entrada, un mes de octubre, y ahí empezó el llamado «lo miro todo en internet». Con mi edad, hace 5 años, no había tenido la oportunidad de vivir muchas conversaciones de intentos de embarazo, ni mucho menos conversaciones de problemas en los intentos o durante. No es un tema muy habitual hoy en día en chicas con mi edad de entonces. Tenía esa idea que te meten en la cabeza de lo intentas y te quedas; luego a los 9 meses tienes un bebé maravilloso y eres feliz para siempre. Y eso que el mayor ejemplo de todo lo contrario lo tenía en mi propia madre. Pero hasta que no te ocurre a ti no te pasa ni remotamente por la cabeza.
No tenía muchas amigas con hijos o con las que pudiese hablar del tema, así que fue todo un poco de «conocimientos generales». Me puse a buscar en internet lo de la ovulación y poco más. Es lo que se podría llamar «primeros auxilios para las «quiero ser mamá»». Así que en noviembre fui a ello y en enero tuvimos el primer positivo. Fue al segundo mes. Hoy sé que fue muy rápido, pero el primer mes fallido lo hubiese escondido en el agujero más profundo de la tierra. Ahora digo, que absurdo, que tonta, que estúpida e ignorante. Me había dejado embriagar tanto por esa perfección que te mete a fuego la sociedad con el tema de la fertilidad perfecta, que fue un verdadero chasco.
Recuerdo un dolor en la espalda. En lo sucesivo, supe que estaba embarazada por ese dolor en el bajo lumbar. Pero en ese momento era una novedad. Todo era nuevo. Esa noche cuando llegó mi marido le dije de ir a la farmacia de guardia porque, aunque era pronto para hacerme el test ( apenas 2 días de retraso, creo recordar ) algo me «latía». Luego te das cuenta que ese «algo me latía» es solo una excusa llamada ilusión. Y efectivamente, embarazada 1-2 semanas me decía el amigo ClearBlue. Los siguientes minutos fueron todo fotos del test y llamadas de teléfono. Era tarde y mi madre no sé a cuánta gente llamó. Con el paso del tiempo me doy cuenta de la dulzura de la ignorancia y la ilusión. Es triste cuando te das cuenta de cuanta gente desprecia ese momento porque no le da importancia. Piensan que es «demasiado pronto» para tu ilusión.
Parece que, hoy en día , hay que estar de 20 semanas para alegrarse e ilusionarse, para que te tomen como embarazada. Algo que choca con esa gran mentira de lo fácil y sencillo que es. Esos pensamientos contradictorios con los que te acribilla la sociedad son los que te sumen en el estrés que supone la lucha entre estar ilusionada y no creértelo demasiado por lo que pueda pasar. Pediría al mundo un poco de naturalidad, un poco de comprensión. Cuando una mujer desea ser madre y se acaba de enterar que está embarazada, dan igual las semanas. Cuando es la primera vez, no obtiene un positivo, obtiene alas, unas enormes alas para flotar. Alas que se vuelven quebradas en los sucesivos positivos después de intentos frustrados. Pero la primera vez te sientes el ser más poderoso del planeta. Sentimos que no hay nada mejor en el mundo que esa sensación. Que no hay espera más valiosa que la que estamos a punto de emprender. Respetad ese sentimiento, respetad ese momento. Participad de esa alegría si realmente queréis a esa persona. Si no, no merece la pena que digáis absolutamente nada, no tenéis ningún derecho a a hacer tambalear la ilusión de esa persona. Pueden pasar cosas sí, pero también pueden no pasar. El comentario que no sea para participar de esa alegría es siempre dañino, es hiriente, no hace ningún bien, se mire por donde se mire. Si le decís a una mujer que acaba de tener un positivo que puede perderlo, lo único que vais a conseguir es que no disfrute de esa ilusión, que el miedo le amargue la existencia, pues posiblemente es lo que más desea en el mundo. Así que, si ha tenido a bien compartir esa ilusión, respetad esa burbuja.
Mi burbuja se fue llenando de planes, de nombres e ideas precipitadas . Y no me arrepiento, porque pude tener mi primera gran ilusión a lo grande, porque no me dejé tocar por ningún gesto hiriente o por quién no le dio importancia por lo pronto que era. Fue corto, pues solo duró 3 semanas más, pero lo disfruté como se merecía.
Una mañana me desperté con un dolor de barriga. Recuerdo esa sensación de saberlo y no querer admitirlo recostada de lado en la cama hecha un ovillo. Era muy temprano y mi marido aún seguía dormido. Permanecí más de una hora en aquella postura, quieta y pensante. Parecía que el hecho de no levantarme a comprobar si sangraba iba a hacer que no ocurriese. Pero lo asumí, y efectivamente, cuando me levanté la sangre había calado más que el pijama, había calado toda mi esperanza. Sabía perfectamente lo que ocurría, pero me hice la ingenua. Me llegué a convencer de que podría ser normal y lo necesitaba para tranquilizar la cara de asombro de mi marido. Él se tuvo que ir a trabajar, y tuve que afrontar la llamada al ginecólogo sola. Recuerdo pensar entonces, que aquel hombre era el ser más insensible del planeta. Sus palabras de esta claro que es un aborto, te doy cita para dentro de unos días y mandarte unas gotas para que limpies todo, abofetearon toda mi existencia en ese momento.
Pasé toda la mañana sola, sin poder ponerme en contacto con mi marido hasta que terminase el entrenamiento y contarle las «malas nuevas» . Allí estaba recostada de lado en el sofá acariciando a mi perrito y pensando en el gran esfuerzo que había hecho mi madre por inventar un mundo mejor en mi cabeza y animarme durante la conversación telefónica en la cual le conté todo como si nada me afectase.
Y durante la mañana estar sola conmigo misma y con el calor de Sucre que parecía que sabía de todo mi dolor, me ayudó. Me fui haciendo a la idea y conseguí ser positiva. Llegué a sentirme fuerte, a mirar hacia delante y llenarme de ilusión por lo que podría volver a pasar. Y llegó mi marido hundido en dolor tras poder contárselo por teléfono y me tuve que hacer más fuerte. Tuve que convencerme del todo de que nada pasaba para hacérselo entender a él. Y en ese difícil momento, en el que yo le intentaba contagiar toda mi positividad, él, con todo su dolor, hizo la predicción de lo que serían nuestros siguientes años. Entre suspiros de tristeza me preguntó ¿y si esto nos ocurre siempre?. Se puede pensar que, en ese momento ,esa pregunta era como clavar un puñal en mi corazón, pero increíblemente resultó ser todo lo contrario. Fue como si me clavase una de esas rueditas para dar cuerda, pues en ese momento supe que yo tendría que coger los remos para llegar a la orilla, y el esfuerzo me mantuvo fuerte. Eso sí, él nunca dejó de darme cuerda…

Y él es Sucre, nuestro pequeño peludo. Cuántas lágrimas habrán secado tus pelajes. Cuántos momentos de dolor has calmado. Te queremos y nos alegra tu compañía. Hay seres que simplemente te dan, justo lo que necesitas.
continuará…
REAL AND PARADISE
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